sábado, 16 de noviembre de 2013

Happiness is a warm gum.

Lo mejor y peor de la felicidad es que la gente nunca es consciente de ella.
Sólo se dan cuenta cuando ya se fue, cuando vuelven a pasearse por sus recuerdos y se dan cuenta de lo bien que estaba todo aquella noche, de lo fácil que hubiese sido sonreír y dejar a un lado los dos detalles diminutos que le impedían disfrutar.

Pero peor que darse cuenta tarde de que fuiste feliz, es ser consciente mientras lo estás siendo.
Es un calor frío en el pecho, una melancolía prematura, un querer que te abracen mientras gritas para poder parar el tiempo y que todo siga así.
Porque no es tan difícil ser feliz.

Y a veces tú mismo te creas los obstáculos.
Ser quien eres nunca o casi nunca importa, porque la gente está demasiado ocupada consigo misma para ver tus defectos (y tus virtudes).
Así que todo el esfuerzo no importa, y fluir es tan sencillo como saber lo joven que eres, y poner todos tus sueños al principio de una noche.

jueves, 14 de noviembre de 2013

"Hay que dejar de buscar culpables"
Pero es más sencillo decirlo que hacerlo.
Porque si bien es fácil culparte a ti de todo,
más fácil me resulta culparme a mi.
Y no importa si mentiste o te creí,
los libros, la ficción tiene la culpa.
¿No me sentiría mejor sin ser Lula Mae? Todo este drama estaría lejos,
y yo sólo sentiría que no sé que me falta, que no sé que hago mal
que el mundo es más grande y más terrible
sin frases que atribuirme.

Pero de esta forma, al menos quedan las letras,
gritando hasta la afonía,

pero nadie lee nada, y por tanto nada entienden.

Y aún así, las palabras calman y refugian en las noches de tormenta.
Y en los días
luminosos, claros, azules,
donde ya no iluminan sus ojos.

lunes, 28 de octubre de 2013

Tú y yo tan azucarados, y sin embargo con tantas probabilidades de partirnos en dos.
Un pedazo que seas tú,
Y el otro me lo quedo yo.
Porque parece que somos algo indivisible, pero somos dos materiales diferentes,
Y algún día tú te llevarás lo tuyo, y yo me alejaré saltando entre líneas ilegibles.

Pero ahora nadie recuerda el futuro, porque hay pedazos de nosotros tan dulces que quiero dividirlos en segundos hasta que formen tu sonrisa medio torcida.
Es como dormir la siesta abrazados sólo por las piernas
Y dejar que el resto del cuerpo se enrosque en su propio espacio.
No ver una película porque prometí que la vería contigo.
Jugar a videojuegos mientras leo, estudiar mientras duermes a mi lado, despertarte con mi risa en tus oídos.
Acariciar tus clavículas mientras te confieso algo que nunca le había contado antes a nadie.
Que cantes mi canción favorita mientras cocinas.
Maquillarme mientras te veo de reojo en el reflejo del espejo, bailando detrás por tu habitación.
Esperarte durante horas en la esquina del trabajo sólo para darte una sorpresa, para llevarte algo que he visto andando por la calle y he tenido que traerte porque era perfecto para ti.
Despertar por la mañana con tanta suavidad, que te lleva un rato descubrir si estás soñando todavía o realmente es su boca.
Conducir a toda velocidad y mirarnos, sin tocarnos hasta el siguiente semáforo.
Y que la espera se vuelva dolorosa.

Los juegos que nadie más entiende,
aunque todos jueguen a lo mismo.
No darse cuenta de la suerte que tienes,
o lo que es peor, darte cuenta de lo afortunado que eres, y ser tan consciente que se termine un poco el aire.
Es el frío del invierno en la calle y buscarte.
Los vaivenes de cintura y manos,
Los roces involuntarios
Y las caricias
Y sobretodo, mordernos.
Dulce, lenta, tierna y violentamente.
A veces, todo a la vez.


domingo, 13 de octubre de 2013

Look at me, there has to be something more than what they see.

¿Quién soy?
Ya no soy la chica que puede pasar tres días sin comer.
No soy la chica que queda con quien sea un domingo, no importa si ni siquiera le cae bien.
Ya no estoy tan perdida como estaba, sé un poco más quien soy y quizás precisamente por eso a veces resulta tan abrumador que no me encuentro. Conocerme a mi misma hace que me sienta mucho más perdida que cuando no tenía ni idea de quien era.
No soy la chica que no se ocupa de sus entregas de trabajos, que no se preocupa por estudiar, porque al fin y al cabo, siempre hay algo mejor que hacer, y sentirse viva es mucho más prioritario que aprobar.
Ya no soy tan pequeña, y sin embargo si no cuidan de mi es posible que vuelva a tener 18 años, a creerme la reina del mundo y sin embargo temblar si me obligan a bailar.
No soy la chica que se pone canciones tristes y se queda en la cama porque se odia.
Pero según lo escribo, quiero acurrucarme
Muy dentro de las mantas
Y de mí.
Y a la vez,
Salir de noche
Dejar que el frío me golpee en los pulmones
Y sentir algo,
Cualquier cosa
Mientras voy a toda velocidad.
________________________



yo,
no escribo
pseudopoesía
siempre escribo
todo en el mismo renglón
pero a veces
por algún extraño motivo
se escribe solo así
y como no es lo mío
me parece patético.

jueves, 10 de octubre de 2013

Tal vez.

Os presento a M, en una esquina de la habitación. Toda ella es vulnerable, desde la postura de su incómodo cuerpo hasta las defensas que luchan contra los microbios.
No fue fabricada para vivir este mundo tan veloz y tan ordinario.
Ahí está, soñando con que la encuentren mientras se esfuerza en esconderse.
Matándose a sí misma y dejándose matar.
Y no osa preguntar disparates, no vaya a ser que la tachen de lunática.
Quizás si se decidiera a preguntar algunas extravagancias, encontraría, tras ser tachada de desequilibrada un par de veces o tres, a V.
Están en la misma habitación y pueden verse. Pero lo que M ve en V es a un chico sonriente, frenético, hablando a 3000 palabras por segundo.
Lo que no sabe es que gasta tanta saliva porque es la única forma que conoce de no hablar sobre sí mismo.
Ella le ve como el alma de la fiesta, y sin embargo, para V todo es tedioso, y desearía que alguien interrumpiera esta conversación con una pregunta que no sea sólo una pregunta, sino que le permita jugar un poco y dejar que las palabras bailen un poco primero para después formar una respuesta, o varias.
Pero M no va a intentar hacer comprender a la gente lo que ella es, y menos a V, siempre tan rodeado de gente, siempre tan lleno de vida (y sin embargo, siempre ansiando algo más).
Y para V, M no es la chica que tiene la capacidad de hacerle sentir algo, porque ella es sólo otra, tan corriente y tan frecuente como todas las demás.
Pero quizás esta noche, los dos prueben suerte, y ella pueda ser el sátelite que necesita él para entender este planeta.
A sólo una pregunta de lunática de distancia.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

No es sencillo echar de menos.

Hay personas que se empeñan en deshacerse de quien algún día significó todo para ti.
Es obvio que hay gente que nos hiere y hasta nos destruye, o simplemente no son buenos para nosotros… miles de razones por las que tenemos que alejarnos de ellos, por nuestro bien.
Y lo hacemos, sin volver a mirar atrás, pero creo que hay que huir de esa costumbre que tienen algunas personas de hacer como que el otro jamás existió.
De borrarle –o fingir hacerlo- de cada uno de tus recuerdos, de no hablar jamás de quien fue tu mejor amigo como si nunca jamás hubiera formado parte de tu vida.
Pero lo cierto es que pasaron por tu vida, y sin ellos, no serías quien eres ahora.
Porque antes de conocerle, el batido de vainilla era una cosa más en el mundo.
Antes de ella, nunca habías oído a Ferreiro.
Antes de él, los jueves sólo eran jueves.
No martilleabas con los dedos en la mesa, no te gustaban los gatos, no llevabas las gomas del pelo siempre en la mano izquierda, no te tocabas la nuca, no hacías girar el móvil sobre si mismo, y por supuesto, el té no era una adicción.
Y en estas pequeñas cosas está la manera dulce de vivir, porque así les llevas contigo, a cada uno de ellos. Te pertenecen pero no hay porqué recordarles.
Todo lo que eres, son retazos de costumbres, sonrisas y manías de las personas importantes de tu vida.
Y siempre están contigo, quieras o no.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Verdades y otras virtudes.


Hay personas de las que es inevitable enamorarse.
Y eso, viniendo de mi, que elijo fría y calculadoramente quien será el próximo por el que voy a morir y matar, es una cualidad maravillosa.
Hay personas de las que es imposible no caer fulminantemente enamorado.
Y ni si quiera importa si no te corresponden. Porque ese (inmenso) dolor es secundario comparado con el placer de no poseer la exactitud sobre algo.
Porque el amor tiene que ser descontrolado, furioso, rápido, efervescente.
Y yo, que soy experta en elegir a Romeo...
No querer desear a alguien y caer fulminado a sus pies se agradece.
No elegir amar y sin embargo hacerlo…Me devuelve la fe en la humanidad. En que existe lo irresistible, la bondad, lo electrizante, las historias deslumbrantes sobre las cosas más pequeñas. Que el mundo entero no está infestado de personas tan mundanas, corrientes y vacías como parece los domingos.
Que es necesario que existan personas de las que es inevitable enamorarse como antídoto para la desesperanza.



De todas formas, algo parecido a esto Julio Cortázar lo explica mejor que yo, como era de esperar:
"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."

miércoles, 17 de julio de 2013

Historia de las 3.03 AM, y como escapar de la hora del miedo.

Érase una vez una muchacha con 10 nombres distintos que hacía listas sobre si misma una vez al mes.
Pero creo que ahora puede bastar con publicar una lista de egocentrismo una vez al año.
Puedo describir la mitad de mi vida con la palabra agridulce. Por poner sólo un ejemplo de todos los que podría poner diré que la palabra "Muchacha" ha sido elegida cuidadosamente, pese a que fonéticamente no me gusta, pero era la más adecuada para describirme en aquel tiempo en el que tuve 10 nombres distintos y de hecho con ella se referían a mi a menudo. Incluso ya había escrito "chica" y lo he borrado porque no era el sentimiento preciso que quería autotransmitirme.
Porque claro, yo no dejo que nada suceda por casualidad. Manipulación, no es la palabra adecuada, pero es la primera que acude a la mente. Pero que no, que no...que es algo más parecido a ser cuidadosa con los detalles, no te confundas.
Amo escribir a mano cuando sé exactamente lo que quiero decir y me va saliendo fluido, sin borrones y sin pausas, sin el bolígrafo moviéndose entre los dientes, y amo la sensación que se tiene cuando terminas y ves todos los sentimientos que has puesto en tinta. Sin embargo, cuando no estoy tan inspirada, me encanta escribir a ordenador y ver como parpadea el cursor, como retándome, como diciendo: "no sé si lo sabes, pero no tienes nada más que decir". Claro que es bastante probable que simplemente me guste por todas las cosas audiovisuales en las que el escritor mira este parpadeo mientras se rasca la cabeza y suspira, y me gusta imaginarme a mi misma de esta forma desde fuera, verme con cuidado, con el pelo más bonito de lo que en realidad es y los labios más suaves.
No me gusta confesar a nadie lo que soy, y por eso he aprendido a hablar mucho, y a hablar sin parar de mi, y sin embargo no decir una sola palabra de lo que -tontamente- considero que vale la pena conocer sobre mi.
Me matan de amor las cicatrices y los arañazos. Sé exactamente porqué, pero sólo te lo puedo contar mientras acaricio o beso una. De todas maneras, nadie me lo ha preguntado todavía, así que no parecerá tan psicópata como suena a veces, cuando digo con los ojos llenos de ilusión: ¿TIENES CICATRICES? ¿DÓNDE? ¿DE QUÉ? ¿PUEDO VERLAS?
Me gusta inventarme palabras y me gusta inventar palabras que ya están pasadas de moda, de esas que usaban nuestros padres y aún por aquella época ya eran horteras.
Me gusta poner estos corazones (♥) a veces, cuando me lo imagino así, detrás de las frases. Esto viene del manga y de que a veces simplemente hablamos mandándonos corazones invisibles y no nos damos cuenta. Como por ejemplo: Te veo luego, ♥. Yo lo veo como sonreír y a la vez decir más, y creo que sólo un lector de manga puede interpretar correctamente este desvarío que me traigo.
No sé -y nunca he sabido- acentuar algunas palabras básicas (difícil, América, época). Pero nada que un post-it en un lugar estratégico no pueda arreglar.
Tengo una obsesión sin sentido porque las morenas se pongan horquillas, adornos, diademas de color rojo en el pelo y las rubias adornos de color negro.
No creo en la frase "Lo que haces define quien eres" porque cualquiera puede equivocarse y no por eso ser una mala persona.
Me gusta tener una rutina al levantarme y seguirla paso a paso con cariño.
Me gustan los atascos y que me despeine el viento cuando vuelas yendo en coche con la ventana abierta. Me encanta la palabra Copiloto, o a lo mejor me gusta simplemente serlo. No, en serio...Me he montado una historia secreta fantásticamente estúpida sobre la palabra copiloto.
Por si no te has percatado, me gustan las palabras, porque son lo más peligroso y dulce que tenemos.
Me gusta dormirme después de llorar.
Me gusta ducharme de noche, completamente a oscuras.
Me gusta el cine clásico por como se hace todo, desde moverse, a los decorados, a la forma de andar y a los besos.
Me gusta ser capaz de seguir encontrando cosas que decir y cosas que amar, cuando creí que ya estaba todo dicho y hecho.



martes, 16 de julio de 2013

Supernova.

Lo que pasa es que a veces confundimos el amor platónico con el amor. Y qué putada (nos hacemos a nosotros mismos, y a ellos.)
Porque son dos cosas bien distintas, aunque el amor siempre sea parecido y sobretodo, inmenso.
El amor platónico no es deseo. Es enamorarse de una mente, idealizar a una persona. ¿Pero acaso no pasa eso cada vez que nos enamoramos? Pero no es eso, es la estúpida idea del ser humano que cree que al besarle y al levantarse con él le hará suyo. Pero cómo vas a hacer tuya una idea, cada idea. Eso no puede pertenecerte de ninguna manera, por más que lo intentes las ideas no se besan, se debaten, se hablan, se sueñan y ni aún así te pertenecen.
El amor platónico es amar su pasado, presente y futuro, y no sólo cada línea que se escapa de su boca como cuando amas.
El amor platónico lo puedo resumir en expectativas.
¿Qué son las expectativas? Esas cosas que no sirven para nada, excepto para decepcionar.
Las expectativas son geniales cuando se trata de amor, ya que entonces crees que la otra persona es mejor de lo que en realidad es, y tú quieres ser mejor para él, y así con todo.
Pero las expectativas en la relación con un amor platónico sólo pueden rompernos en pedazos, porque la realidad no puede superar toda la idealización que has puesto en esta relación, y tú le culparás a él cuando sólo quieres culpar a la realidad.
Así que déjales viviendo en sus libros, ama desde lejos, huye para no romperlos. Tocar algo que es tan perfecto que no puede ser real...sencillamente lo hará real. Esa es la única consecuencia, pero ¿no es terriblemente terrible?
Porque cambiará, como cambia todo lo que se ama.
Y dime para qué vas a entrometerte a modificar algo que antes de ti era perfecto, no serás tan egoísta de robarle eso al mundo, ¿o sí?

Anda calla, no me discutas, corre y enamorate, que es más o menos lo mismo pero con aire en los pulmones y sin tener que terminar el libro, sin tener que decir adiós al protagonista ideal.

lunes, 10 de junio de 2013

"Siempre es demasiado tarde o demasiado temprano para lo que uno quiere hacer."


O siempre recurres a esta excusa como justificación, todo puede ser.
Es una excusa completa, sirve para paliar el miedo, para sosegar el orgullo, para no tener que decidir y cargarte la responsabilidad sobre los hombros.
Decides, pero envuelto en esta excusa maravillosa, la decisión no se siente como tuya.
No decides no hacer algo, sino que todavía no es el momento para arriesgarte y hacerlo, o el momento ya ha pasado y ahora resultaría fuera de lugar.
Qué excusa tan maravillosa, nada depende de ti.
Y así, puedes seguir sin hacer lo que tienes que hacer, o ya puestos, sin tener que decidir, y que no sea para nada responsabilidad tuya, sino del universo, que total, para que existe el universo sino es para que le culpemos de todos nuestros errores, de los miedos que no nos atrevemos a cometer, y de las acciones que cometimos por miedo.
(Pero eso no pasará esta vez, porque aún es demasiado pronto, o ya es demasiado tarde.)

sábado, 20 de abril de 2013

Tú y tus libros, tus seis o siete álter egos, tus ensoñaciones, los miedos que dices que te despiertan en mitad de la madrugada.
Tú y tus mentiras, tú y tus cuentos para no dormirte.
Tus ansias de ser más de lo que eres, porque para ti no eres suficiente.
Ese es el problema, que para ti nada es suficiente, te lo resumo así: sin letras de canciones, sin párrafos subrayados, sin poner tus miedos en personajes inventados.
Sí, tienes un problema. Pero ¿Qué estás haciendo? Eso ya lo sabes. Y es igual de inútil ignorarlo y fingir que no existe como lo que tú haces: analizarlo, sacarlo de paseo por el silencio, ponerle mil nombres.
Es muy cómodo quedarse entre las sábanas, encerrarse en uno mismo, imaginar que alguien vendrá a salvarte de ti mismo, porque al fin y al cabo eso es lo que les sucede siempre a todos tus álter ego, tan distintos, tan iguales a ti.
Pero no son reales.
Tú sí, ese es el gran drama. “No estoy hecho para el mundo real” en eso si que no mientes… Que es cierto que no a todo el mundo le duele la realidad igual, pero todo el mundo consigue sobrevivir a su monotonía. Porque es muy fácil verse desde fuera, acariciarse a uno mismo y anclar en acordes los defectos.
Y todo el día andas con él ¿Pero qué voy a hacer? ¿Qué puedo hacer? Sería tan sencillo como dejar tanto egocentrismo a un lado, dejar también las malditas palabras a un lado y respirar un poco. Dejar que la gente choque contra ti y que sean ellos quienes te juzguen.
Subir a la montaña rusa y dejar que te encuentre el miedo, que sin miedo no se puede vivir, tú mismo me lo dijiste.

jueves, 18 de abril de 2013

No sé cual es la palabra dramática que estoy buscando en mis profundidades.
Puede que sea desolada, devastada, destrozada. Vacía, simple y llanamente.
En frases dramáticas podríamos concluir con “huía de los espejos”, “sus complejos le vencieron la batalla”, o la más acertada, aquella de “el mundo se había desplomado sobre sus hombros”.
Pero no es nada, no es nada.
Es sólo que perder la fe es una historia muy triste. Te roba todo el aire de los pulmones y no deja que levantes la cabeza de la almohada.
El desencanto es una historia muy triste, más que nada por lo irreversible que lo vuelve todo.
¿De qué hablas? Sólo digo que las personas serán felices siendo indiferentes, pero si no creo en las personas, difícilmente puedo creer en mi misma.
Será que sólo soy gente.
Y que no os esforzáis en escudriñarme, ni yo me esfuerzo en dejar de pestañear y que veáis un poco más de lo que hay tras la cortina insalvable que he construido a base de desilusiones, de las que vosotros, humanos ególatras, sois siempre los causantes. A veces por mis miedos, a veces por vuestros despistes.
Que la justicia es algo tremendamente injusto es una lección que se aprende muy al principio, y no es, a estas alturas, motivo de perder la fe.
¿Qué estás diciendo? Sólo digo que creer en las personas a ciegas, es lo que me hace existir. Es todo lo que siempre he sido y es todo lo que creí que sería, con sus rasguños y sus heridas. En su día me resigné a ser esto, porque valía la pena.
Pero estamos todos tan centrados en hablar de nosotros mismos, que no hacemos más que oír, y lo que yo hago es mudo, hay que ganárselo, y si lo que más os interesa son vuestras historias, y gritarlas hasta atosigar ¿Cómo vais a escuchar lo que no estoy diciendo?

(Porque no puedo creer que penséis que sólo soy esto.)

martes, 2 de abril de 2013

A veces pasa que hace más frío de la cuenta y quieres que alguien haga que se te rompan las costillas de abrazarte y fundirse en tu pelo.
A veces sucede que hace sol aliñado con un poco de alegría y quieres que alguien te saque de paseo de la mano por la primavera que va naciendo, y te sonría y haya más luz en sus ojos que en este cielo azul que parece que promete sueños, aunque sólo promete el cambio de estación.
No love, no glory, no hero in her sky.
A veces pasa, que hace tanto que no te llevan de la mano que quieres que te roben el corazón. Y todos tenemos derecho a noches a oscuras, pero no siempre se terminan por iluminar con certezas. Eso es lo malo de estar enamorado, eso es lo que más se echa en falta: La certeza. Decir: Me la juego por ti. Y no lo dudo ni un sólo segundo.
A veces quieres que te quieran, pero sólo dejas que te abracen, como ha sido siempre, como será siempre.
Que sí, que sería muy fácil dejarse llevar un poco y fingir que eres de cualquiera, porque al final, de esta manera, siempre acabas siendo de alguien. Porque a veces quiero ser tuya. Seas quien seas.
Porque qué bonito es ser de alguien.
No por ser suya, porque las personas no se pertenecen. Por ti mismo. Por decir: Salto al vacío. No creo en nada, pero en ti…en ti es imposible no creer. Creo en ti como ni si quiera creo en mi misma.
Pero tú no eres de nadie. And life goes easy on me, most of the time.

martes, 19 de marzo de 2013

Siempre te recuerdo con aquella cara triste.

Cómo venden las canciones tristes.
Y me van a contradecir y a corregir diciendo: pues las alegres, las alegres si que venden, mira las listas de éxitos. Pero no. Una canción realmente alegre, con sus baterías y sus melodías eufóricas no tiene porque gustarle a todo el mundo.
Pero una canción hecha con cuidado para desgarrarte el alma, de la que te deja con el pecho encogido y medio temblando…Esas las ama cualquiera.
Es como con las personas.
Las sonrisas venden, se contagian y siempre quieres rodearte de quien desprenda optimismo.
Pero cuando alguien tiene los ojos más tristes de este mundo, cuando sonríe y se le nubla algo en la mirada, y cuando se ríe de verdad y te das cuenta de que no lo hace a menudo… Eso es magnetismo.
Y una sonrisa puede quemar y grabarse en tu mente antes de dormir. Pero más atesoras una sonrisa de alguien que se esfuerza por enmascarar una sombra.
Cuando habla de ella y sabes que se está deshaciendo de pedazos de su mundo y que tienes suerte de que sea contigo.
Las miradas de vulnerabilidad cuando ha confesado demasiado de sí misma. Esas miradas pueden provocar pequeños desmayos cuando las recuerdas antes de dormir.
Y todo tiene más valor y más fuerza si se es optimista desde el suelo. Porque desde la felicidad es fácil verlo todo de colores, pero más valiente es el que está sin poder levantarse del suelo, pero sabe que algún día podrá.
Cuando habla de tristezas y aún así embelesa, y quieres que te cuente todo, y a la vez que se volviese muda antes que seguir contándote cosas que le hacen sufrir.
Es el egoísmo que nos caracteriza: Vivir queriendo salvar a alguien para así poder salvarnos nosotros, por fin.

jueves, 14 de marzo de 2013

Por un lado, tenemos a la mayoría de las personas: A quien no sólo no le importas lo suficiente como para intentar hacerte feliz, sino que buscará siempre su propio beneficio en cualquier situación, por trivial que sea.
Estas personas siempre tendrán la razón en cualquier lugar, momento, tiempo, universo, mientras que tú lo harás siempre todo al revés y te merecerás todas las cosas malas que te pasen, y siempre, siempre, SIEMPRE serás tú quien se lo ha buscado con sus actos.
Estas personas nunca se pararán un momento a pensar que pueden estar haciéndote daño, que hay una diminuta posibilidad de que su opinión no sea una certeza absoluta.
Vivirán mirando siempre por su propio bien, porque así ha evolucionado el ser humano a lo largo de siglos de crueldad.
Y estas personas duelen. Y a veces -en los días rojos- te hacen llorar. Te roban un poco la fe y te hacen replantearte si existe la bondad. Son terribles, no hay duda. Pero lo que realmente se te astilla en el corazón son el otro tipo de individuos que pueblan la tierra. Esos sí que duelen.
Son aquellos que no tienen nada y sin embargo, te regalan esa nada. Y es su generosidad lo que duele hasta hacerte llorar.
Son los que tienen sólo una moneda, un amigo, una sonrisa, pero te lo dan no “sin pensárselo”, no “sin dudar”. Te lo dan sin más, sin planteárselo si quiera, porque para ellos es lo natural hacerlo.
No existe en sus mentes otra posibilidad que el darte todo lo que tienen y sufrir porque quieren darte más, incluso cuando tú, por una vez en la extraña trayectoria de tu vida, estás saciado con lo que te ofrecen…
Lloran por tus fracasos incluso cuando tú no sientes la caída tan dura. Lloran con tus alegrías aún cuando tú no eres consciente de que eres tan feliz. Tiemblan porque te apoyan en cualquier cosa que hagas, con cada diminuta parte de lo que son. Leen tus pensamientos y no te sientes vulnerable, sino en paz.
Y son estas personas por las que vivo y muero.

viernes, 22 de febrero de 2013

Se llama inconformismo y se apellida ser humano.


Llora porque necesita dejar de quererle. Necesita poder respirar con toda la capacidad que le permitan sus pulmones. Tiene que dejar de pensar en él a cada segundo del día y morir un poquito con cada canción de amor rídicula que no está hablando de ellos. Que vivir para alguien es de cobardes, porque la vida es maravillosa cuando puedes vivir por y para ti, y olvidarte de depender de una persona y de la eterna agonía de que influyan en tu vida con esa facilidad cruel.
Y a sólo un techo de distancia otra persona llora porque no es capaz de amar. Y ni siquiera hablo de amor, no de algo tan común como llorar por no estar enamorado. No es capaz de amar a ningún ser humano.Y es un vacío tal. No confiar a ciegas en nadie. No arriesgarse y quedarse a vivir en el gris, sabiendo que existe un universo technicolor a un solo sentimiento de distancia.
Amor, ni contigo ni sin ti.

jueves, 14 de febrero de 2013

Lo cómodo que es juzgar. Debe de ser hasta innato. Llorar porque te etiqueten y etiquetar tú sin compasión.
Cada vez que creo que lo sé todo de alguien y me rompen los esquemas, me reinvento, me alegro y me escucho más, porque hay lecciones que nos empeñamos en desaprender, especialmente las básicas. Creer que podemos ver a las personas de un solo vistazo y saber si esconden algo o si son planas. Puedes errar o acertar la idea que te dibujas sobre alguien. Pero existir,(co)existen las personas planas, vacías, cotidianas, con los pies anclados al mundo real. Existen y son la mayoría, y quieres huir de ellas y no escuchar sus historias.
Porque no son sus historias: es su enfoque lo que te está matando de normalidad.
Así que qué más da si me equivoco y les etiqueto mal por una vez, y no les reconozco como lo que son: esas personas que luego me enseñan el mundo con cualquier matiz de otro color (que eso es muy de agradecer, teniendo en cuenta la escasa variedad de colores que existen)

Pero los que merecen la pena existen, con sus miradas calladas y su esconder algo, a veces adrede, la mayoría de las veces no. Una atracción absoluta que no sabes que es, y escuchas y te arriesgas, y a menudo los más fascinantes son un 'bastante' inhumanos, y mueres un poquito y pierdes la fe, pero qué importa, si te has enriquecido con aburridas historias contadas de tal forma que te has creído todo, que hay personas con un don, que lo más mundano existente se hace poesía en sus labios.
Y a quien le importa, si aquí todos aspiran a morir de poesía.
Así que hacedme sentir viva, describirme vuestras utopías y relatar vuestro pasado, vuestro futuro, vuestras ideas. Las mismas ideas que han tenido todas las demás personas con el don de atraer con un gesto y tres palabras.

Si luego me hacéis heridas, os escribiré y os guardaré en el cajón de la idealización.

martes, 5 de febrero de 2013

por amor al arte se escriben mentiras.


Soy muy fácil de comprar y me vendo muy fácilmente, que suena un poco peor.
Me compras con espaldas anchas, o con estrechas con lunares estelares.
Me compras con cualquiera de mis libros favoritos entre las manos.
Me compras melenudo, descuidado, un poquito despeinado…pero que te azote el viento y me duela lo bien que hueles.
Me compras con folios en los bolsillos y hablando prepotentemente de personajes de ficción como si fueran tus mejores amigos, que no lo son, son los míos.
Me compras si cantas distraído y también si silbas. Me compras si sabes soñar y no te da miedo romper los horarios y las etiquetas. Si usas palabras compuestas. Si guiñas bien el ojo derecho.
Hay muchas cosas materiales que me compran: el periódico, el té, lo que hay en las paredes de tu habitación gritando lo que eres y lo que quieres ser.
Pero sólo me vendo por tu sonrisa. Y por conocer cada pedazo de ti.