miércoles, 25 de septiembre de 2013

No es sencillo echar de menos.

Hay personas que se empeñan en deshacerse de quien algún día significó todo para ti.
Es obvio que hay gente que nos hiere y hasta nos destruye, o simplemente no son buenos para nosotros… miles de razones por las que tenemos que alejarnos de ellos, por nuestro bien.
Y lo hacemos, sin volver a mirar atrás, pero creo que hay que huir de esa costumbre que tienen algunas personas de hacer como que el otro jamás existió.
De borrarle –o fingir hacerlo- de cada uno de tus recuerdos, de no hablar jamás de quien fue tu mejor amigo como si nunca jamás hubiera formado parte de tu vida.
Pero lo cierto es que pasaron por tu vida, y sin ellos, no serías quien eres ahora.
Porque antes de conocerle, el batido de vainilla era una cosa más en el mundo.
Antes de ella, nunca habías oído a Ferreiro.
Antes de él, los jueves sólo eran jueves.
No martilleabas con los dedos en la mesa, no te gustaban los gatos, no llevabas las gomas del pelo siempre en la mano izquierda, no te tocabas la nuca, no hacías girar el móvil sobre si mismo, y por supuesto, el té no era una adicción.
Y en estas pequeñas cosas está la manera dulce de vivir, porque así les llevas contigo, a cada uno de ellos. Te pertenecen pero no hay porqué recordarles.
Todo lo que eres, son retazos de costumbres, sonrisas y manías de las personas importantes de tu vida.
Y siempre están contigo, quieras o no.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Verdades y otras virtudes.


Hay personas de las que es inevitable enamorarse.
Y eso, viniendo de mi, que elijo fría y calculadoramente quien será el próximo por el que voy a morir y matar, es una cualidad maravillosa.
Hay personas de las que es imposible no caer fulminantemente enamorado.
Y ni si quiera importa si no te corresponden. Porque ese (inmenso) dolor es secundario comparado con el placer de no poseer la exactitud sobre algo.
Porque el amor tiene que ser descontrolado, furioso, rápido, efervescente.
Y yo, que soy experta en elegir a Romeo...
No querer desear a alguien y caer fulminado a sus pies se agradece.
No elegir amar y sin embargo hacerlo…Me devuelve la fe en la humanidad. En que existe lo irresistible, la bondad, lo electrizante, las historias deslumbrantes sobre las cosas más pequeñas. Que el mundo entero no está infestado de personas tan mundanas, corrientes y vacías como parece los domingos.
Que es necesario que existan personas de las que es inevitable enamorarse como antídoto para la desesperanza.



De todas formas, algo parecido a esto Julio Cortázar lo explica mejor que yo, como era de esperar:
"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."