lunes, 27 de octubre de 2014

Hay una parte de mi
que se asfixia
y sólo puede respirar cuando me está calando la lluvia en mitad de la noche, porque por más que digan que el miedo te aprisiona los pulmones simplemente no es verdad.
Tomo aire
Cuando estoy discutiendo con alguien, cuando lloro de rabia.
Hay una parte de mi
que sólo es feliz en mitad de la noche
cuando puedes tumbarte en la carretera a mirar las estrellas
cuando alguien sabe qué eres
y porqué eres.
Cuando me lleva a ver cambiar los semáforos un martes de madrugada,
cuando me dice que cierre los ojos
y escuche.
Cuando me abraza
como si quisiera partirme en dos, como si solo le importase yo en el mundo
como si se alegrase de haberme encontrado en este mundo enorme.
Cuando me propone que nos asomemos al precipicio
o ir a respirar y a robar la noche cuando me mira y sabe que lo necesito.
Cuando me lleva a gritar y
cuando grita en mis oídos muy bajito
y se me deshace la piel.

martes, 7 de octubre de 2014

Ternura, esperanza, y otras cosas que nos regalan los libros.

A veces cuando tienes suerte das con un libro que conmueve.
No porque tu personaje favorito haya muerto.
No porque tu personaje favorito haya cumplido todos sus sueños.
A veces, por el cariño y la delicadeza con que describen la manera de caminar de alguien, la forma de comer de una chica, la mirada distraída de un hombre cuarentón, esas cosas que la mayoría de las veces en el mundo real pasan demasiado deprisa para que nos paremos a admirarlas (y la de detalles sutiles, fugaces y preciosos que nos perdemos por estar mirando el móvil o pensando en nosotros mismos).
Cuando tenía 17 años lo único que quería era saltar en todos los charcos y hacer sonreír a los demás. Quizás quería hacer sonreír a los demás hasta límites enfermizos, puede ser.
No es que ahora haya perdido todas mis ganas de comerme el mundo, pero si se ha vuelto todo un poco menos dulce y algo más real, quizás lo justo para mi edad, algunos aún dicen que me queda por crecer, otros que si no soy demasiado cínica para mis (pocos) años.
Por eso cuando ahora tengo suerte y me llega uno de estos libros, de pronto vuelvo a tener 17 años y ganas de salvar al mundo, y es una sensación que ya no tengo tan a menudo como me gustaría.
La acción narrada que te hace sonreír es pequeñita, casi invisible en la vida real, pero cargada de una ternura que a veces no parece que le quede al mundo, aunque lo que pasa, naturalmente, es que ya no tienes el tiempo y las ganas para fijarte.
Y por eso dos frases de cualquier best-seller te pueden conmover, cuando consiguen que todo vuelva a sonar a canciones de Oasis y a días de lluvia.




"He finally realized that she was staring at his lap. Not in a gross way. She was looking at his comics – he could see her eyes moving. (...)
Park didn’t say anything. He just held his comics open wider and turned the pages more slowly." Eleanor & Park, Rainbow Rowell