martes, 19 de marzo de 2013

Siempre te recuerdo con aquella cara triste.

Cómo venden las canciones tristes.
Y me van a contradecir y a corregir diciendo: pues las alegres, las alegres si que venden, mira las listas de éxitos. Pero no. Una canción realmente alegre, con sus baterías y sus melodías eufóricas no tiene porque gustarle a todo el mundo.
Pero una canción hecha con cuidado para desgarrarte el alma, de la que te deja con el pecho encogido y medio temblando…Esas las ama cualquiera.
Es como con las personas.
Las sonrisas venden, se contagian y siempre quieres rodearte de quien desprenda optimismo.
Pero cuando alguien tiene los ojos más tristes de este mundo, cuando sonríe y se le nubla algo en la mirada, y cuando se ríe de verdad y te das cuenta de que no lo hace a menudo… Eso es magnetismo.
Y una sonrisa puede quemar y grabarse en tu mente antes de dormir. Pero más atesoras una sonrisa de alguien que se esfuerza por enmascarar una sombra.
Cuando habla de ella y sabes que se está deshaciendo de pedazos de su mundo y que tienes suerte de que sea contigo.
Las miradas de vulnerabilidad cuando ha confesado demasiado de sí misma. Esas miradas pueden provocar pequeños desmayos cuando las recuerdas antes de dormir.
Y todo tiene más valor y más fuerza si se es optimista desde el suelo. Porque desde la felicidad es fácil verlo todo de colores, pero más valiente es el que está sin poder levantarse del suelo, pero sabe que algún día podrá.
Cuando habla de tristezas y aún así embelesa, y quieres que te cuente todo, y a la vez que se volviese muda antes que seguir contándote cosas que le hacen sufrir.
Es el egoísmo que nos caracteriza: Vivir queriendo salvar a alguien para así poder salvarnos nosotros, por fin.

jueves, 14 de marzo de 2013

Por un lado, tenemos a la mayoría de las personas: A quien no sólo no le importas lo suficiente como para intentar hacerte feliz, sino que buscará siempre su propio beneficio en cualquier situación, por trivial que sea.
Estas personas siempre tendrán la razón en cualquier lugar, momento, tiempo, universo, mientras que tú lo harás siempre todo al revés y te merecerás todas las cosas malas que te pasen, y siempre, siempre, SIEMPRE serás tú quien se lo ha buscado con sus actos.
Estas personas nunca se pararán un momento a pensar que pueden estar haciéndote daño, que hay una diminuta posibilidad de que su opinión no sea una certeza absoluta.
Vivirán mirando siempre por su propio bien, porque así ha evolucionado el ser humano a lo largo de siglos de crueldad.
Y estas personas duelen. Y a veces -en los días rojos- te hacen llorar. Te roban un poco la fe y te hacen replantearte si existe la bondad. Son terribles, no hay duda. Pero lo que realmente se te astilla en el corazón son el otro tipo de individuos que pueblan la tierra. Esos sí que duelen.
Son aquellos que no tienen nada y sin embargo, te regalan esa nada. Y es su generosidad lo que duele hasta hacerte llorar.
Son los que tienen sólo una moneda, un amigo, una sonrisa, pero te lo dan no “sin pensárselo”, no “sin dudar”. Te lo dan sin más, sin planteárselo si quiera, porque para ellos es lo natural hacerlo.
No existe en sus mentes otra posibilidad que el darte todo lo que tienen y sufrir porque quieren darte más, incluso cuando tú, por una vez en la extraña trayectoria de tu vida, estás saciado con lo que te ofrecen…
Lloran por tus fracasos incluso cuando tú no sientes la caída tan dura. Lloran con tus alegrías aún cuando tú no eres consciente de que eres tan feliz. Tiemblan porque te apoyan en cualquier cosa que hagas, con cada diminuta parte de lo que son. Leen tus pensamientos y no te sientes vulnerable, sino en paz.
Y son estas personas por las que vivo y muero.