viernes, 9 de noviembre de 2012

Circles.


Tú temblando porque M, tras 293 páginas de pura agonía, por fin ha tomado la decisión que sabías desde el primer capítulo que tenía que tomar. Era necesario para ella, para seguir con su vida. Aunque destrozase a J. Y lloras por J, porque te lo muestran rompiendo la vajilla y abrazándose las rodillas en una esquina de la cocina. Lloras y le deseas lo mejor, y te enamoras de él, pero también de M, y de todos los demás.
En fin, mírales, son perfectos. Tan calmados, tan soberbios, con tanta energía que desprenden luz. Se encogen de hombros y achinan la mirada al sonreír. Sus rodillas se doblan con una gracia tan perfecta que parece mentira que sólo esté escrito en un libro para hacerte ver con tanta facilidad cada movimiento, cada giro de su falda, cada frase perfecta que has soñado cien mil veces.
Y les buscas en la vida real y te decepcionas porque no existe nada que se compare ni lo más mínimo a tu personaje de ficción favorito. Tan fascinantes.
Por algo no son reales.
Pero alguien los creó.
Puede que nuestro escritor haya recogido las características más enigmáticas y carismáticas de sus héroes de papel, o de la gente de su alrededor, y de todas las cosas fascinantes que tiene la gente del mundo real, haber hecho un solo personaje que conquistase a todos sus lectores.
Pero quizás las preciosas manías del protagonista que te vuelven loco, a nuestro escritor le dieran algún que otro dolor de cabeza. O quizás la tuvo y la perdió, y lo que hace en el libro es retratarla con tanto cariño y con tanto cuidado para no destrozar lo que queda de ella en sus recuerdos. Porque hay cosas que se recuerdan de puntillas, para no perder ni el más mínimo detalle. Para no modificar nada.
Quizás lo que te llega y te conquista no es el personaje, si no la forma con que el escribe a sus personajes y los protege de la realidad haciéndote llegar sus palabras dulces y crueles en la misma frase. La pasión y dulzura con la que escribió un final alternativo para no perder (esta vez) al amor de su vida.

Y por eso, no es tan loco enamorarse de personajes de ficción.
Por que quien sabe si esa persona tan idílica salió a partir de una persona que camina por tu calle y te mira de reojo en el metro.
Quien sabe si guardan la parte más mágica de la persona real favorita del escritor.
Quién puede saber que es real y que es ficción.
En una línea tan fina como recordar e imaginar.
Intenta enfrentarte a un folio en blanco para describir a tu persona favorita con objetividad. Buena suerte. Corregirás sus más diminutos errores sin darte ni cuenta. Hasta lo malo suena fascinante sobre el papel, es el poder del teatro, de la prosa, de la poesía, de las palabras.
Que sí, que enamorarse de personajes de ficción puede ser frustrante pero, ¿Por qué no? Tiene que haber alguien real ahí fuera que sea tan perfecto como alguien pudo  imaginarle, crearle, recordarle o inventarle, llámalo como quieras…

viernes, 26 de octubre de 2012

Imagino que el problema es que nadie va a amarme tanto y tan bien como me amo.
Que nadie va a odiarme con la misma rabia e impotencia con la que me odio.
Que nadie me dibuja en su mente con el mismo cuidado con el que yo me invento a mi misma.
Y nadie es capaz de mentirme tan bien como me miento.


sábado, 22 de septiembre de 2012

Igual que hace cincuenta años les enseñaban no sólo a creer en dios, si no a querer creer. En dios y en la iglesia. A confiar a ciegas en quien dirige el país, porque alguien que mata por sus ideales tiene que ser de fiar, ¿no?
La televisión, los periódicos, todos con ese aire tan serio y adulto, con tanto trabajo detrás, con tantas palabras que no se comprenden pero suenan maravillosamente. Los amigos de sus padres debatiendo apasionadamente y sintiendo cada palabra que pronuncian. Cargar los discursos de verdades y enorgullecerse en el salón de casa de ser quien eres. Estar agradecido de tener las cosas tan claras, porque te han enseñado a no querer pensar que puede haber algo mejor. A todo el mundo le gusta pertenecer a algo, y que hay más grande que sentir que perteces a un país. Cientos de palabras te bombardean todos los días, y ¿cómo no vas a creer en algo que está tan bien tejido que sientes escalofríos? Todo cuidadosamente estudiado para que te enfiles en su ideología.

Pero ¿y ahora? Porque la televisión ha perdido un poco su credibilidad y los periódicos tienen portadas desalentadoras. Ahora los debates apasionados y los escalofríos son por el desacuerdo, por el desconfiar más absoluto hacia el que dirige el país. Hacia todos en realidad.
Que tiempos tan díficiles corrían hace cincuenta años, hace sesenta.

Y piensas que si antes les educaban para creer hasta que murieran, ahora siendo tan evidentes y demagogos sólo nos facilitan una educación crítica. Por que puede que no sepamos en que creemos, pero si que sabemos que queremos decidir en que creer.
A veces está tan de moda ser crítico y no confiar en nadie, que pienso si no me han educado para esto. Pero debe ser que me resulta muy fácil estar en desacuerdo.

sábado, 11 de agosto de 2012

Que te tengo que salvar, que me tienes que salvar...

¿Veis al chico guapo que sonríe y tiene un coro de guapas a su alrededor?
¿Veis al chico torpe y tímido que mira a una de las chicas guapas que cortejan al guapo deslumbrante?

Yo estoy mirando al guapo y como todas las demás, admiro su porte, el color de sus ojos y la blancura de su sonrisa. Y puede que suspire, sí, pero estoy a más de tres metros de distancia.
 Quizás es debido a que no tengo ninguna posibilidad, aunque puede que sea porque no acostumbro a enamorarme de este tipo de hombre.
Suelo enamorarme del otro, del torpe que mira a una de las guapas con la que nunca tendrá nada más que una buena amistad. Del que nunca ha tenido novia. Del que tiene la autoestima tan baja que quieres gritarle al mundo lo maravilloso que es, no para que ellos lo sepan, si no para que el mismo se de cuenta. Del que siempre dice lo inadecuado o no cae del todo bien.
Los anti-héroes son tan dulces...Todavía no se ha visto ese arrebato de inocencia estremecedora en alguien que siempre ha tenido lo que desea. Pero los anti-héroes son también un poco... insatisfactorios, por decirlo de alguna manera. Y es que en cuanto cuanto aprenden a volar se marchan sin mirar atrás. 

Por eso estaría bien, por una vez, elegir de quien te enamoras, y dejar que te salven en vez de andar siempre por ahí intentando salvar a hombres que se acaban por corromper.
Mejor que vengan corrompidos ya de fábrica.








Elegir de quien te enamoras...el mismo viejo cliché...

sábado, 4 de agosto de 2012

Y conoces el final.

Me gusta pensar que muchas personas estarán leyendo lo mismo que yo en este preciso momento, en otros idiomas.
Y quizás subrayándolo.
A la vez que estoy sintiendo que ojalá conociera a Alguien, justo Alguien está pensando lo mismo.
Que esta emisora de radio suena y tú también estás bailando encima de la cama.
Yo camino con un pie delante del otro sobre un bordillo, y 13 millones de chicas de mi edad hacen lo mismo en otros lugares del mundo, seguro.
Que lloramos en la misma escena, estés donde estés.
There’s nothing you can do that can’t be done. Hay tanta gente haciendo las mismas cosas raras que tú haces y soñando con conocerte…
Por eso es un consuelo saber que no somos especiales.
Significa que estamos en una ciudad diminuta a una distancia de cien años luz, soñándonos mutuamente y haciéndonos señales con un espejo.

martes, 31 de julio de 2012

Reflexiones-

Placeres: Bañarse desnudo en la piscina o el mar. Quizás no es tan placentero como cuando lo haces a oscuras, pero supongo que también con luz solar será bastante agradable.
También es maravilloso ducharse de noche, con la luz apagada y escuchar el sonido del agua cayendo, sin ningún otro sonido. De lo más relajante. Pero no hablo de placeres. Hablo de reglas. No puedes tender la ropa por la noche, porque el rocío hará que quede fatal.
No deberías cenar más tarde de las 11. No por cuestiones de salud, no porque algún médico cargado de razón diga que no se digiere igual de bien. No porque no haya que comer solo a las horas que se siente hambre. Simplemente no debes hacerlo porque ‘No son horas’.
No duermas hasta más tarde de las once. Y esta es quizá la única cosa en la que podría estar un poco de acuerdo, porque es verdad que se pierde gran parte del día, y que lo que puedes hacer mientras haga sol no es igual de aprovechable que lo que haces cada día hasta las cinco de la madrugada. Pero aún así, si por casualidad me apetece pasar el día durmiendo, ¿por qué importa que desaproveche el día? Te aseguro que aproveché las horas de la madrugada.

Lo que quiero decir es que hay gente que pierde los nervios porque la comida no esté lista a las dos en punto, y no porque a las tres tengan que salir corriendo de casa, o porque si no se perderá la breve cabezadita de antes de volver al trabajo. Hay gente que pierde los nervios porque la comida no esté en la mesa a las dos sencillamente porque es la hora de comer, igual que las diez es la hora de cenar. Cada momento está tan perfectamente encajado en sus vidas que la más mínima alteración les hace perder los papeles. Y no sólo hablo de la rutina, de tener organizado su día a día en horas, reglas y pautas, hablo de esta gente a la que ni si quiera piensas en preguntarles si pueden parar el coche para que hagas una foto. Eso no sería normal. Gente que hace los comentarios adecuados sin sentirlos realmente porque es lo correcto. Gente que nunca, jamás, saldría de casa expresamente para dar un paseo nocturno por la Gran Vía.

Y el problema es que están perdidos. No es que se priven de hacer lo que quieren porque sea inadecuado o no se ajuste totalmente a su forma de hacer las cosas. No se privan de nada, porque no desean hacer esta clase de pequeñas cosas. Sois presos del mundo real y habéis olvidado lo que es respirar fuerte por el placer de hacerlo, no para cargar las pilas ante un nuevo y agobiante día. Todos deberían saltar en los charcos, y no caminar con cuidado, preocupándose por las futuras manchas de barro. Pero es muy fácil decirlo desde esta calma veraniega. He sido esa gente y he perdido el control porque alguna actividad, incluso de ocio, no estaba terminada a determinada hora. Y al día siguiente me daba cuenta de que tampoco era tan importante, que nada de esto debe ser tan importante. Que ya dormiré cuando esté muerta (digo ahora, toda hipócrita, con catorce horas de soberbio sueño a mis espaldas). Que los relojes sólo marcan las horas en algunas ocasiones, y no merece la pena olvidarlo. Si tienes los medios para hacer lo que quieres, ¿De verdad los minutos van a ser un problema? Mañana hay que madrugar, de acuerdo, pero merece la pena una hora menos de sueño por contemplar las estrellas.

sábado, 14 de abril de 2012

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Los días como hoy se ruedan dramas y películas de miedo.
Se adivina un cielo tenebrosamente blanco entre unas nubes sin luz.
La lluvia no está besando el cristal por donde miro cada mañana, sino que lo golpea furiosa, y 25 gotasdelluvia/segundo corren por la ventana en todas direcciones, impulsadas por el viento. Por ese pequeño huracán que silba entre mis persianas.
La luz entra a raudales, tiñendo la luz de un blanco grisáceo. Los toldos de los edificios cercanos se agitan con violencia y todo se llena del sonido de la tormenta. Las nubes se superponen unas a otras, en un caos de negro y gris.
Ahí fuera es un infierno, y sin embargo el paraíso está justo al otro lado del cristal.
Él me espera en la cama, con una taza humeante en las manos.
Me escurro junto a él de nuevo. Para escucharle respirar en el ojo del huracán que es ahora mi habitación.
Y canta bajito una canción muy triste, pero las palabras ‘No alarms and no surprises, please’ pronunciadas aquí y ahora sólo pueden sonar felices, dulces, agradecidas.
Que llore el cielo, que ya nosotros (nos) sonreímos.

domingo, 25 de marzo de 2012

Los gestos adorables de los despreciables y fascinantes humanos.

Me gustan las marcas en la piel. De sábanas, de almohadas, de sujetadores. Las únicas que no consiento son las de los calcetines.
Me gustan las cicatrices y los arañazos, porque será.
Me divierten las personas que se ruborizan, la vida en sus mejillas. Y adoro los chicos que se ruborizan, por lo inusual y por la vulnerabilidad que desprenden. No me apartes la mirada que seas quien seas, sonreiré.
Cuando cualquiera camina con un pie delante del otro o suben las escaleras de puntillas, retazos de duendes. Cuando cantan para si mismos, perdidos en mundos propios. Cuando alguien suspira sin darse cuenta. Cuando te pisas un pie con otro. Jerseys de lana escondiendo manos. Los acentos hipnóticos. Las gotas de lluvia besando la piel y resbalando por el pelo.
Se me olvida lo detestable que puedes llegar a ser si caminas achicando los ojos por el sol entre tus pestañas, si llevas reloj, si tienes las manos manchadas de tinta, si martilleas con los dedos en el volante de tu coche, si me tiras un avión de papel.
Se me olvida que a veces exterminaría a la raza humana cuando alguien duerme a mi lado y veo como se ralentiza su respiración hasta que cae en la espiral que es soñar.Si alguien lee un clásico en el autobús. Si se derraman lágrimas por un personaje de ficción.
Todo lo hipócrita que llegas a ser, te lo perdono si te ríes y se te forman arruguitas en la nariz, y en el final de los ojos. Y vosotras, con el pelo hacia atrás, hacia delante, en movimiento, al compás del sonido musical de las carcajadas.
Creo que merecen la pena los despreciables seres humanos, si me atraviesa una mirada al final de esta avenida. si alguien camina silbando y se adivina una sonrisa en su comisura.

martes, 21 de febrero de 2012

runaway and save ourselves.

Seguro que os ha gustado tanto alguien que dolía. No porque te hubiese rechazado, no porque no hubiese funcionado, no porque te hubiese roto el corazón. No esa agonía del pinchazo en el pecho al primer pensamiento en la mañana y pensar “largo de aquí”. Pero doler al fin y al cabo, de pensar tanto en él. De imaginar conversaciones –y algo más- el segundo antes de dormir.
De temblar si está cerca. De sus ojos en los tuyos y tus rodillas fallando. Por eso de ver cosas donde no las hay y propiciar tú otras de formas poco elegantes. Seguro que os ha pasado, porque habéis tenido quince años.
Lo extraño es cuando pasa ahora. Que ya eres tú todo un adulto (¿qué?)
Sus labios y una frase de tu escritor favorito plasmada en una conversación del grisáceo mundo real. Las cien manías que atribuías a tu futuro marido cuando soñabas a los catorce en tu habitación de paredes fanáticas. Su inicial es la que aquella canción prometía que sería esa letra mayúscula tu salvación. Las cualidades más odiosas del chico perfecto de aquella película. La inteligencia más seductora del mundo. La dulzura más atrevida nunca vista. Que cierre los ojos con tu canción favorita. Las cualidades adorables de tu libro favorito número uno. Y del segundo, y del tercero. Y del décimo.
¿Le has encontrado? Bien. Pues quiero que ahora mismo te vayas lejos de aquí. No vuelvas a hablarle. O no encuentres el valor para hacerlo. No le invites al cine y no le vuelvas tuyo. Que los chicos perfectos no son de nadie. Que los amores platónicos sólo os harán felices si permanecen impolutos, encerrados en los libros. Que las cosas tan dulces, se hacen agrias sólo con oxígeno. Que los amores platónicos sólo están hechos para vivir en las nubes.

viernes, 3 de febrero de 2012

Vivir, no es la palabra adecuada, pero es la primera que viene a la mente.

Existir está bien 29 días del mes. Existir en sonreír por las mañanas y cantar por los pasillos. Sentirte afortunada por tener a tu mejor amiga. Enamorarte. Agobiarte por estudios, por dinero, por la gente estúpida, estudiar, cocinar tarareando. Ilusionarte por cosas pequeñas y deprimirse por nimiedades, y que la pena pase en una hora, o en un minuto.
Que existir está bien, no me dirás que no, que puedes reírte a carcajadas, escribir un poco cada día. Existiendo eres capaz de sentir, no hay duda. Puedes reinventarte cada día, aunque el mundo se niegue a verlo. Puedes cerrar los ojos con canciones.
Caminar con los ojos curiosos a ver si descubres en el cielo figuras en las nubes, a ver si en las manos del chico del autobús se esconde una historia. Que soñar, también se puede hacer mientras existes. Puedes pasear por la vida y pasar por la vida. Son cosas diferentes. Y existir es elegir el paseo.
Existir es la rutina. La rutina, eso que amo el 60% del tiempo y todo el que alguna vez escribió sobre ella me mira extrañado. Pero veces me gusta seguir el ritual de 15 pequeñas cosas que hago al levantarme, o entrar siempre por la misma puerta a determinado sitio. Me gustan las cosas que llevas haciendo desde que tenías seis años, las cosas más pequeñas y dulces, como podría ser atarse siempre los cordones del pie izquierdo antes que el derecho. Ese tipo de cosas rutinarias y de manías son inofensivas.
Pero luego, cuando me entra el ansia de escapar de lo común, detesto la rutina, no por lo que hay en ella, sino por la normalidad que la envuelve, ese hacer lo que haces por inercia, la agonía que me supone el paseo, aunque sea agradable.

Vivir es lo contrario a la rutina, todo lo contrario a existir. Buscar las miradas de extrañeza de los que están paseando. Cosas que no te dejen dormir por la noche. Cosas sencillas que te hagan sentir completo. Patinar de noche, bañarte desnudo en el mar, encontrar algo en la vida real, sea lo que sea, que haga que se te pare el corazón.
Aquella frase ñoña de “la vida no se mide en el número de respiraciones, si no en el número de veces que te quitan la respiración”.
Los libros. Esos sueños de papel que te mantienen en vilo y aceleran tu ritmo cardíaco.
-Lo más irreal que existe haciéndote sentir real.-
Que existiendo no es que te sientas vacío, porque no es eso. Es sólo que la adrenalina es la base de la vida, hacer que todo valga la pena, discutir un poco por aquello de que para hacer el amor a veces viene bien dar guerra, encontrarte contigo mismo…
Existiendo a veces, te ahogas. Por eso hay que coger un taxi a las 3 de la mañana. Tener miedo, por que no. Lo que sea. Que mi corazón tenga problemas para seguir el ritmo.
Que quien quiere andar, pudiendo volar.
Es como ser la protagonista perseguida en el bosque corriendo, muriendo de miedo. Asustarte en un túnel de la ciudad. Ser tan frágil que temas romperte. Cuando la realidad te persigue y tu te esfuerzas en seguir subiendote la capucha. Quien teme al lobo feroz teniendo a la rutina anidada en tu pelo. Tú buscando a ciegas cosas irreales y el mundo presionando con su realidad...


*Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.
-Oscar Wilde.

jueves, 12 de enero de 2012

13.01.10

Su sombrero inclinado y su sonrisa torcida.
- Creía que no vendrías.- murmuró.
- ¿Eso es lo mejor que puedes decirme? ¿"creía que no vendrías"? ¿Tantos años de poeta para ese tópico?- Ella le dió la espalda con cara de decepción, como tantas otras veces.
Las manos de él en sus hombros y su voz peligrosamente cerca de su oído, pausada, familiar, dulce: - También podría haber mirado mi reloj y haberte dicho "LLegas tarde."
- Tarde otra vez, princesa.- Completó ella, todavía de espaldas, y con un tono de frustración en sus palabras.
- Siempre tarde.- Continuó él y su fascinante voz y sus manos acariciaron su pelo con amor.
- O podrías haber dicho mi favorita.- susurró ella, al tiempo que se giraba para quedar entre sus brazos.
- Lo bueno se hace esperar.- dijeron los dos a la vez con esa luz en los ojos.
Se quitó el sombrero y se lo puso a su princesa mientras le decía: -No sé porque sigo perdonándote.-
- ¿tú a mí?- replicó ella.
- Me gustan las reconciliaciones, ¿a ti no?
- Me gustan más las peleas.- Dijo, y sus labios rojos destellaron con aires de suficiencia.
- Ya me he dado cuenta.- Su voz de pronto sonó amarga y mucho más grave mientras el amor del ambiente se esfumaba por la ventana.- Pero en serio, esta vez te has pasado.
- No, no lo creo. Fuiste estúpido. Bueno quizás tengas razón. Pero entiendeme, nunca le había tirado el vino a nadie.
- Y siempre habías querido hacerlo, se notaba...
- Sí.- Se quitó el sombrero y esta vez se lo puso ella a él.
Luego añadió con su sonrisa traviesa: - Te queda bien el sombrero. Mejor que a mí.
- Mentirosa.- Rió.
- Mentiroso.- Dijo ella, forzando una sonrisa. pero su voz sonó acusadora. Intentó olvidarlo todo, otra vez, y se acercó a besarle, a él, a su sombrero, a su voz irresistible. Al que siempre sería el doloroso amor de su vida.

91125

Ella es de las que se mira al espejo y mantiene conversaciones imaginarias con su autoestima, o más bien con la falta de ella.
Puede tirarse en la cama cinco horas seguidas, sin autocompasión pero desde luego muy lejos de soñar despierta. De esas que se quedan en la cama rollo pero hoy por la mañana no me apetece jugar y verle la puta cara al mundo real.
Desearía aprender a hacer tantas cosas, pero es demasiado torpe, demasiado alta, demasiado baja, demasiado tonta, demasiado cobarde...
Sueña que sueña con ella, pero realmente preferiría morir antes que confesárselo. Es muy raro, porque sueña que sueña con ella, sí, pero sólo en el primer momento después de despertar y el último antes de dormir. Su primer y último pensamiento es “quiero que sueñes conmigo.” A lo largo del día no le piensa ni una vez, en fin, él no se lo merece.
Tiene ciento treinta manías, cada una más rara que la anterior. A mí, la que más me gusta es esa que tiene por norma sagrada. Sólo le habla a las personas que llevan reloj. Esa mierda moderna de mirar la hora en el móvil no va con ella. Esos móviles no hacen el sonido más aterrador y más bello (como casi todo lo aterrador) que ha escuchado. Ya lo sabes, si quieres hablar con ella, cómprate un maldito reloj. La otra manía que me gusta mucho es la de mirar los zapatos de los demás. Ah, me olvidaba de contaros que su palabra favorita es Superficial.
Los escasos amigos que posee la llamán Lirón o Marmota. Es de esas que se acuesta más tarde de lo que sus ojeras le aconsejan, pero al fin y al cabo tiene que ir a patinar por la noche, entendedlo, es la mejor hora para sentirse libre y no pensar en nada, si eres como ella, o pensar en tantas cosas que te abruman, si eres una de esas afortunadas y desafortunadas personas.
No tengo ni idea de cual es su nombre verdadero, pero una mañana de lunes me dijo que podía llamarla Wendy.
Wendy sueña con volar, pero le dan miedo los aviones, los pies le pesan por culpa de la realidad y ni siquiera sabe bailar. A veces salta con fuerza y me parece que va a conseguir volar, pero luego la realigravedad la atrae hacia el suelo.
Jamás he sabido leer su mente, hasta hoy, pero eso ya no importa nada. Wendy cree que no se merece nada, por una de esas historias tristes de su pasado que guarda su mirada pero nunca va a contarle a nadie.
A lo mejor es por ese vacío en sus ojos por lo que el sonido que menos le gusta es el de las carcajadas. Le parecen vulgares, que extraña que es.
Hay más cosas que me disgustan de ella de las que me atraen, pero es sobre todo la que os he recalcado. Es vulnerablemente tonta. Tonta consigo misma. Como si no pudiera esperar nada de la vida sólo por no ser suficientemente bonita...Y la verdad, no tiene mucho que ofrecerle al mundo…Ni siquiera es increíblemente inteligente.
Es la típica que quiere a todos los que llevan reloj y hablan de poesía. Sin embargo, ahí donde la veis, medio bohemia, está estudiando física con una media sonrisa muy ...extraña.
Es bastante estúpida, pero adorable. Tal vez si se quisiera…el soñaría con ella, los patines la harían volar y yo podría por fin saber su verdadero nombre.


[Pero ahora mismo se mira en el espejo, y mantiene otra vez esa estúpida conversación con su autoestima, o con la ausencia de ella.]