jueves, 12 de enero de 2012

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Ella es de las que se mira al espejo y mantiene conversaciones imaginarias con su autoestima, o más bien con la falta de ella.
Puede tirarse en la cama cinco horas seguidas, sin autocompasión pero desde luego muy lejos de soñar despierta. De esas que se quedan en la cama rollo pero hoy por la mañana no me apetece jugar y verle la puta cara al mundo real.
Desearía aprender a hacer tantas cosas, pero es demasiado torpe, demasiado alta, demasiado baja, demasiado tonta, demasiado cobarde...
Sueña que sueña con ella, pero realmente preferiría morir antes que confesárselo. Es muy raro, porque sueña que sueña con ella, sí, pero sólo en el primer momento después de despertar y el último antes de dormir. Su primer y último pensamiento es “quiero que sueñes conmigo.” A lo largo del día no le piensa ni una vez, en fin, él no se lo merece.
Tiene ciento treinta manías, cada una más rara que la anterior. A mí, la que más me gusta es esa que tiene por norma sagrada. Sólo le habla a las personas que llevan reloj. Esa mierda moderna de mirar la hora en el móvil no va con ella. Esos móviles no hacen el sonido más aterrador y más bello (como casi todo lo aterrador) que ha escuchado. Ya lo sabes, si quieres hablar con ella, cómprate un maldito reloj. La otra manía que me gusta mucho es la de mirar los zapatos de los demás. Ah, me olvidaba de contaros que su palabra favorita es Superficial.
Los escasos amigos que posee la llamán Lirón o Marmota. Es de esas que se acuesta más tarde de lo que sus ojeras le aconsejan, pero al fin y al cabo tiene que ir a patinar por la noche, entendedlo, es la mejor hora para sentirse libre y no pensar en nada, si eres como ella, o pensar en tantas cosas que te abruman, si eres una de esas afortunadas y desafortunadas personas.
No tengo ni idea de cual es su nombre verdadero, pero una mañana de lunes me dijo que podía llamarla Wendy.
Wendy sueña con volar, pero le dan miedo los aviones, los pies le pesan por culpa de la realidad y ni siquiera sabe bailar. A veces salta con fuerza y me parece que va a conseguir volar, pero luego la realigravedad la atrae hacia el suelo.
Jamás he sabido leer su mente, hasta hoy, pero eso ya no importa nada. Wendy cree que no se merece nada, por una de esas historias tristes de su pasado que guarda su mirada pero nunca va a contarle a nadie.
A lo mejor es por ese vacío en sus ojos por lo que el sonido que menos le gusta es el de las carcajadas. Le parecen vulgares, que extraña que es.
Hay más cosas que me disgustan de ella de las que me atraen, pero es sobre todo la que os he recalcado. Es vulnerablemente tonta. Tonta consigo misma. Como si no pudiera esperar nada de la vida sólo por no ser suficientemente bonita...Y la verdad, no tiene mucho que ofrecerle al mundo…Ni siquiera es increíblemente inteligente.
Es la típica que quiere a todos los que llevan reloj y hablan de poesía. Sin embargo, ahí donde la veis, medio bohemia, está estudiando física con una media sonrisa muy ...extraña.
Es bastante estúpida, pero adorable. Tal vez si se quisiera…el soñaría con ella, los patines la harían volar y yo podría por fin saber su verdadero nombre.


[Pero ahora mismo se mira en el espejo, y mantiene otra vez esa estúpida conversación con su autoestima, o con la ausencia de ella.]

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