lunes, 19 de diciembre de 2011

dream a little less...

En realidad, ahora que lo pienso es normal que sea así. Me he pasado tantos domingos viendo películas, tantos sábados por la mañana sin poder levantarme de la cama, seguramente he leído más libros que cualquier persona de mi edad…He soñado tanto despierta y he deseado tantas veces que la vida fuera como en las películas…
Al principio tantos personajes de ficción sólo hicieron lo típico, hacer que yo quisiera ser diferente del resto. Es precisamente el querer ser diferentes lo que queremos todos, y es precisamente eso lo que nos hace tan iguales. Luego empiezas a escribir y a ponerle banda sonora a tu vida, y llega un momento en el que piensas que realmente eres diferente, no eres una persona, eres un personaje. Eso sólo es porque vives rodeado de vulgaridad, no porque seas especial, no te engañes.
Y luego llega un día que no te sientes nada extraordinario, aunque el drama se apodera de tu vida. Tú también lloras en la cama con las rodillas abrazadas, cuando te enamoras sonríes 26 horas al día, lloras con canciones, te sientes absolutamente vacío, miras las estrellas con amigos, bailas y besas bajo la lluvia, te emborrachas hasta vomitar, vas sola a pasear cerca del mar con la música a punto de destrozarte el tímpano, chillas de vez en cuando y crees que eres capaz de morir de dolor. Siempre te quedas sin aire después de llorar durante horas, en una línea indivisible entre la tristeza y la paz absoluta. Pero esto no es ninguna película, y por más que sientas que todas esas cosas te llenan de alguna manera, aunque sean tristes te hacen sentir vivo, no tienen banda sonora real, al final no llega ningún héroe y las puertas misteriosas no dan a ningún mundo nuevo y fabuloso.

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