miércoles, 25 de septiembre de 2013

No es sencillo echar de menos.

Hay personas que se empeñan en deshacerse de quien algún día significó todo para ti.
Es obvio que hay gente que nos hiere y hasta nos destruye, o simplemente no son buenos para nosotros… miles de razones por las que tenemos que alejarnos de ellos, por nuestro bien.
Y lo hacemos, sin volver a mirar atrás, pero creo que hay que huir de esa costumbre que tienen algunas personas de hacer como que el otro jamás existió.
De borrarle –o fingir hacerlo- de cada uno de tus recuerdos, de no hablar jamás de quien fue tu mejor amigo como si nunca jamás hubiera formado parte de tu vida.
Pero lo cierto es que pasaron por tu vida, y sin ellos, no serías quien eres ahora.
Porque antes de conocerle, el batido de vainilla era una cosa más en el mundo.
Antes de ella, nunca habías oído a Ferreiro.
Antes de él, los jueves sólo eran jueves.
No martilleabas con los dedos en la mesa, no te gustaban los gatos, no llevabas las gomas del pelo siempre en la mano izquierda, no te tocabas la nuca, no hacías girar el móvil sobre si mismo, y por supuesto, el té no era una adicción.
Y en estas pequeñas cosas está la manera dulce de vivir, porque así les llevas contigo, a cada uno de ellos. Te pertenecen pero no hay porqué recordarles.
Todo lo que eres, son retazos de costumbres, sonrisas y manías de las personas importantes de tu vida.
Y siempre están contigo, quieras o no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario